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Nuevo «anónimo protagonista» de sexoenlared.com escribe a la autora

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Hola “mujer misteriosa”

Aunque hace meses que leí tu novela, no me he atrevido a dirigirme a ti hasta ahora, y después de ver que no era yo el único de los “protagonistas” que había caído en tu tela de araña, pues he podido revisar tu blog y leer comentarios de otros que también se dejaron enredar por tus encantos. Cabreado al principio, pues vi que te habías aprovechado de mi ingenuidad. Satisfecho después, al ver que podía considerarme uno de los ¿mejores? amantes virtuales que habías elegido para tu novela. Y, por último, decepcionado, al no poder llegar a conocer en persona a quien tantos mensajes envié (y recibí de vuelta), queriendo tener a esa mujer misteriosa mujer frente a mí, y saber si de las muchas cosas que nos habíamos contado, había algo de verdad.

Reconozco que dudé en varias ocasiones de que esa “relación virtual” llegara a buen puerto, pues esa mujer misteriosa era muy distinta a otras con las que he tenido algún tonteo virtual para pasar a ser real (solo dos, para ser exacto). Pero el gusanillo de conocerte me picaba, hasta que un buen día, esa encantadora y ardiente mujer que me tuvo en un “sin vivir” durante unos meses, desapareció de mi vida dejándome cara de tonto. Después del tiempo transcurrido, me permito felicitarte por la gran idea que tuviste, sacando a tus protagonistas de la realidad, vamos, que nos cogiste con “los calzones quitaos”, entregándonos como niños a una utopía.    12313897_10205583101843969_6574172889689613077_n

¡Una lástima!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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«Tuya»: El nuevo erotismo se escribe en castellano

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Tuya, de Cecilia Guiter

«¿Por qué todo el mundo parece conocer los secretos del sexo, excepto yo?», así se presenta la pava, de nombre estrambótico, Dakota Udaz (ya le vale), y de 37 años.

Va el argumento:

A Dakota Udaz le avergüenza reconocer que no disfruta con el sexo. Centrada en su vida profesional, desde hace once años ha ido ascendiendo en la empresa para la que trabaja hasta conseguir el despacho contiguo al de la directora. Sin embargo, su vida personal se cae a pedazos. Y es tal vez por eso por lo que todo tipo de fantasías eróticas, cada vez más húmedas, se cuelan en sus sueños. Apoyada por sus incondicionales amigas Álex y Vicky, Dakota decide redescubrir el sexo en la vida real. A través de un portal de internet conoce a Eliseo, un hombre culto, atento y espectacular. Sin embargo, los placenteros y cada vez menos convencionales caminos por los que Eliseo la lleva hacen que Dakota cierre los ojos ante los puntos más oscuros que siembran la biografía de su compañero de cama.

 

AMOR EN «FA» SOSTENIDO

 

 

POR CARLOS PRIETO (PINTOR)

Mi inspiración todavía caminaba con grilletes ebria de trementina y amor. Aplasté el pincel sobre los colores olvidados de mi paleta, terminando de darle forma a uno de mis enjutos personajes con ojillos empañados de dolor y absenta.
Mientras se derretía una lánguida melodía en fa sostenido del maestro Ludovico Eunaudi, acompañado de un triste y agonizante violín que humedecía esta mirada infiel alejándome de la realidad hasta una calle helada por el frío del amanecer, donde sólo podía escucharse el rodar de los coches que despertaban las calles y acunaban la luz de las farolas.
Ella rellenó su copa. Otra más. El bourbon ya sobrepasa el límite de la etiqueta Four Roses. El carmesí de sus labios vaciaba la cajetilla de Fortuna, encendiendo su primer cigarrillo con el fuego de sus ojos y tiñendo la boquilla de carmín y mentiras. Se tumbó sigilosa sobre la alfombra que reposaba a los pies de mi caballete. Se retorcía como una cascabel hambrienta. A ella no le importaba mancharse ese vestido tan sexy rojo picota.
Mis trazos sobre el lienzo empezaron a ser difusos, tanto como la descarada sonrisa con la que ella me miraba. Sus ojos de gata en celo brillaban entre las sombras, como sus pechos en carne viva, derritiendo con su aliento el papel pintado de mi taller. Su belleza era ambigua e inquietante. Caminaba hacia mí, felina, muda, sensual, maliciosa, desnuda… Esa falda ya no pertenecía a sus piernas, yacía a los pies de mi cama.
Volvió a rellenar su copa, escanciando el bourbon de la botella que estrangulaba con su mano, llenándolo hasta el borde, dejando caer unas gotas sobre la alfombra llena de manchas de pintura seca. Iba dando pequeños sorbos, sin dejar de mirarme, la escuché decir con la voz entrecortada. “¿Amor, …dónde estabas cuando más te necesitaba?”
Fue una pregunta que no obtuvo respuesta. Mi boca estaba seca. La pasión me dominaba. La conocía tan bien…, que no quise alentar pensamientos equivocados.
Llegó representando el papel de mujer mundana. Se fue acercando hacia mi gateando, envuelta en una aureola de perversión y deseo. “Acaríciame.”-me dijo-. Mientras humedecía la parte superior de sus labios con el filo de su lengua. Cogió mis manos y las puso sobre sus pechos, presionándolos con ternura. Su boca perversa, casi pegada a la mía, lamía mi oreja mientras me decía que me amaba.
Las palabras quedaron ausentes en mi paladar. El morbo se podía masticar.
Deslizó mi barbilla con uno de sus pulgares hasta la altura de sus retinas, mis pupilas iban archivando cada unos de sus movimientos tan sensuales; mientras tanto, las cerdas de mis pinceles se erizaban y la pintura impregnada en mi último lienzo se derretía. Empezó a besarme descontroladamente, retorciendo su pasión contra mi deseo, arañando mi espalda y mi corazón herido. Ella sabía que no era capaz de rendirme a sus encantos de “femme fatale” y le gustaba jugar conmigo a fuego lento.
La vi tumbarse en el camastro, invitándome a hacerlo junto a ella. En ese momento comprendí que las largas noches de insomnio, y los días de cientos de horas, ya no serían tan largos. Su cuerpo, atrevido, desafiante, con un lunar en forma de corazón bajo su rótula izquierda, dándole aún todavía más sentido a su belleza, reptaba por el mío escandalosamente, enroscándose cual serpiente hambrienta en un peregrinar sin metas posibles, asegurándome que sería la última vez que vendría a verme.
Sin embargo, por la mañana, mientras en la calle llovía melancolía, ella me despertó haciéndome el amor muy lentamente.
Pasión de una noche.
Pero en esta ocasión, su ausencia ya no me partió en mil pedazos el alma, porque la vi alejarse herida…
8 de Noviembre de 2013
Foto: Amor en Fa sostenidoPor: Carlos PrietoMi inspiración todavía caminaba con grilletes ebria de trementina y amor. Aplasté el pincel sobre los colores olvidados de mi paleta, terminando de darle forma a uno de mis enjutos personajes con ojillos empañados de dolor y absenta. Mientras se derretía una lánguida melodía en fa sostenido del maestro Ludovico Eunaudi, acompañado de un triste y agonizante violín que humedecía esta mirada infiel alejándome de la realidad hasta una calle helada por el frío del amanecer, donde sólo podía escucharse el rodar de los coches que despertaban las calles y acunaban la luz de las farolas.Ella rellenó su copa. Otra más. El bourbon ya sobrepasa el límite de la etiqueta Four Roses. El carmesí de sus labios vaciaba la cajetilla de Fortuna, encendiendo su primer cigarrillo con el fuego de sus ojos y tiñendo la boquilla de carmín y mentiras. Se tumbó sigilosa sobre la alfombra que reposaba a los pies de mi caballete. Se retorcía como una cascabel hambrienta. A ella no le importaba mancharse ese vestido tan sexy rojo picota. Mis trazos sobre el lienzo empezaron a ser difusos, tanto como la descarada sonrisa con la que ella me miraba. Sus ojos de gata en celo brillaban entre  las sombras, como sus pechos en carne viva, derritiendo con su aliento el papel pintado de mi taller. Su belleza era ambigua e inquietante. Caminaba hacia mí, felina, muda, sensual, maliciosa, desnuda… Esa falda ya no pertenecía a sus piernas, yacía a los pies de mi cama. Volvió a rellenar su copa, escanciando el bourbon de la botella que estrangulaba con su mano, llenándolo hasta el borde, dejando caer unas gotas sobre la alfombra llena de manchas de pintura seca. Iba dando pequeños sorbos, sin dejar de mirarme, la escuché decir con la voz entrecortada. “¿Amor, …dónde estabas cuando más te necesitaba?”Fue una pregunta que no obtuvo respuesta. Mi boca estaba seca. La pasión me dominaba. La conocía tan bien…, que no quise alentar pensamientos equivocados.Llegó representando el papel de mujer mundana. Se fue acercando hacia mi gateando, envuelta en una aureola de perversión y deseo. “Acaríciame.”-me dijo-. Mientras humedecía la parte superior de sus labios con el filo de su lengua. Cogió mis manos y las puso sobre sus pechos, presionándolos con ternura. Su boca perversa, casi pegada a la mía, lamía mi oreja mientras me decía que me amaba.  Las palabras quedaron ausentes en mi paladar. El morbo se podía masticar.Deslizó mi barbilla con uno de sus pulgares hasta la altura de sus retinas, mis pupilas iban archivando cada unos de sus movimientos tan sensuales; mientras tanto, las cerdas de mis pinceles se erizaban y la pintura impregnada en mi último lienzo se derretía. Empezó a besarme descontroladamente, retorciendo su pasión contra mi deseo, arañando mi espalda y mi corazón herido. Ella sabía que no era capaz de rendirme a sus encantos de “femme fatale” y le gustaba jugar conmigo a fuego lento.La vi tumbarse en el camastro, invitándome a hacerlo junto a ella. En ese momento comprendí que las largas noches de insomnio, y los días de cientos de horas, ya no serían tan largos. Su cuerpo, atrevido, desafiante, con un lunar en forma de corazón bajo su rótula izquierda, dándole aún todavía más sentido a su belleza, reptaba por el mío escandalosamente, enroscándose cual serpiente hambrienta en un peregrinar sin metas posibles, asegurándome que sería la última vez que vendría a verme.Sin embargo, por la mañana, mientras en la calle llovía melancolía, ella me despertó haciéndome el amor muy lentamente.Pasión de una noche. Pero en esta ocasión, su ausencia ya no me partió en mil pedazos el alma, porque la vi alejarse herida…                                 Noviembre 2013