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Prólogo de TATIANA PETROVA, LA PROFESIONAL.

Cuando uno viaja en automóvil, puede hacerlo de diferentes formas, en función de cómo sea la carretera y el paisaje. Si vas por una autopista cruzando un desierto, lo que te pide el cuerpo es pisar el acelerador, pegarte al volante y descargar adrenalina. Si te enfrentas a una carretera de curvas, viendo acantilados en el borde, lo que quieres es llegar pronto al destino o encontrar un lugar para dar la vuelta. Sí, por el contrario, conduces por una carretera sin curvas, de buen pavimento y con bellos paisajes bordeándola, lo que te apetece es levantar el pie del acelerador, bajar las ventanillas y sentir la suave brisa acariciar tu cara mientras disfrutas del paisaje.Con las novelas pasa lo mismo. Las hay que te enganchan desde el primer párrafo, que te cargan de adrenalina, y necesitas devorar páginas agarrando el libro como si del volante del automóvil a gran velocidad se tratara. Otras empiezas a leer y todo son curvas, lees una página y quieres dejarla, pero decides seguir a por la siguiente curva, esperando encontrar detrás la carretera bien pavimentada. Al final, pierdes la esperanza y te convences de que solo tienes dos opciones, tomarlo con calma y llegar al final, curva tras curva, página tras página, o dar la vuelta, cerrar el libro.Con esta novela que, queridos lectores, tenéis en vuestras manos, os vais a encontrar con el tercer caso. Es una novela para levantar el pie del acelerador, recostarte en el asiento, y no solo bajar el cristal de la ventanilla, sino retirar la capota para disfrutar con todos los sentidos. Si, esta novela lleva techo descapotable. Es para recrearse leyendo despacio, absorbiendo, sintiendo, viviendo cada párrafo en un viaje que os llevará a un inesperado lugar, un final impactante.Escribir sobre las debilidades o las vicisitudes humanas en ambientes sociales difíciles nunca es fácil, pero la autora es una maestra en este aspecto, como hemos podido apreciar en anteriores obras suyas, como “Los atardeceres de Julia”, “sexoenlared.com”, “Don Isidoro” o “Vidas Rotas”.En esta novela nos lleva a un viaje por el mundo artificial de la prostitución de lujo, pero sin olvidar el lado humano de las personas que se dedican a esta profesión, y que también tienen sus miedos y sus ilusiones, El lado humano en esta obra es lo que lleva a un desenlace inesperado.Estoy seguro que, como me ha sucedido a mí, os sentiréis sutilmente atrapados entre las página de esta novela. Poneros cómodos, levantar el pie del acelerador, y disfrutar del viaje.

Gonzalo FernándezEscritor

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