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La última novela de Celia Velasco-Saorí demuestra que no hay género que se le resista a esta escritora.

Laura Medina, tiene una adolescencia muy marcada por los malos tratos que soporta en su propia familia, viendo como sus hermanos mayores tienen que huir de casa porque no soportan la situación.

La muerte violenta de su madre, la obliga a esconderse en casa de su abuela, donde termina de estudiar su carrera. 

Varios y duros episodios en su vida, la marcan de tal manera que termina alcoholizada al no encontrar trabajo.

La ayuda de su incondicional amigo de la infancia es lo que la saca de ese mundo en el que se ha metido, y del que le resultaba imposible salir a ella sola.

Y termina por convertirse en la psicóloga de un centro penitenciario. Allí, tras ver las injusticias que sufren algunos presos, lucha con uñas y dientes por conseguir mejores condiciones para los más débiles que ella atiende cada día, aquellos que sufren abusos, malos tratos, vejaciones… Sabe que se impone un reto muy difícil donde la Administración y Centros Penitenciarios tienen unas normas establecidas, pero ella no se rinde hasta conseguir sus propósitos, después de ver como alguno de sus pacientes se queda por el camino.

 

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