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Párrafo de VIDAS ROTAS, nueva novela de Celia Velasco-Saorí
Pese a lo mal que se encontraba, tenía que ir a trabajar. 

Retiró la ropa que la cubría, mientras maldecía entre dientes haber conservado el viejo y tosco despertador de su abuela, que le hacía estallar la cabeza todas las mañanas con un repiqueteo ensordecedor.
Se incorporó poco a poco, y sin apenas abrir los ojos, que le dolían como si hubiesen sido fuertemente golpeados, se dirigió casi a tientas hacia la ducha, dejando caer el chorro del agua con fuerza sobre su cabeza durante un buen rato, recibiendo un masaje relajante que la fue despejando. Ese era el mejor remedio para las mañanas de resaca.

Y hoy era una de esas en las que quieres morirte para no despertar jamás. Se puso un albornoz, envolvió su melena en una toalla, y se dirigió a la cocina, donde se preparó un Bloody Mary poco cargado de vodka, con el que se tomó dos aspirinas.

