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Protagonista anónimo de «sexoenlared.com» envía mensaje «filosófico»a la autora
Recuerdo perfectamente a este «amante-virtual» que se quedó en un simple intercambio de mensajes sin llegar más allá por los motivos que, los que hayan leído esta novela comprenderán.
No pudo llegar a ser uno de los protagonistas principales, pero me gustó su forma de escribir y analizar la vida.
Me dice así:
«La primera frase (como el primer Verbo) es importante; el último hálito es importante: aquello que transcurre entre medio es lo vital. Aunque no me recuerdes -esa minucia importa incluso menos-, el caso es que ayer recibí un texto comercial, como destinatario de una lista de distribución masiva, automatizada, más que resultado de una voluntariedad personal.
Con frecuencia, la curiosidad puede con los bigotes de los gatos y con los de otros roedores de libros de mayor tamaño. Así que, por continuar con el cuento, »ni corto ni perezoso» estuve curioseando a través de varios enlaces, catando párrafos y ojeando algunas imágenes de toda índole. Sin haber leído el libro -tiempo al tiempo- resulta de cajón, pues, que no pueda (ni deba) opinar sobre el mismo con conocimiento de causa. Sin duda, salta a la vista que el lanzamiento está muy conseguido, un e-marketing de altos vuelos, y un tema que atrae y que está de moda a partes iguales.
Sin embargo, intuyo que hubo -que ¿sigue habiendo…? tal vez- algo que te cohibió en su momento, o hablando de prendas afines, que llegó a encorsetarte: llámalo entorno familiar, autocensura, o discrepancias con el/la editor/a. Quizá mi intuición cibernética ande muy desacertada, con lo cual gran parte del motivo de este email pierda todo interés. Retrocediendo mentalmente unos meses atrás, ahora comprendo ciertos comportamientos o reacciones que explican la breve pero peculiar correspondencia entre ambos, (Sra. Prieto). Si supieras cuánto molesta a mi faceta Yin este tipo de formulismos de género tonto, más propios del mundo germánico-anglosajón que del nuestro, borraría apellidos impropios, y apelaría a las estatuas de Neruda aún no borradas por la desmemoria. Por cierto, sobra decir que acostumbro a ser persona de fiar, discreta y empática.
En fin, como la simpatía, la fotogenia y las despedidas no son mi fuerte, me comeré solito con patatas, una posible propuesta que cruzó fugaz por mis devastados campos neuronales, sin amapolas ni destellos de sol veraniegos. Me vuelvo hacia la linde del bosque, justo detrás del ‘viejo olmo’… Quién sabe si ante tanto zángano e-pistolar e invasor, la hormiga o la abeja reina hará o no aparición.com
Un saludo y muchos éxitos con los amantes fabulados vs. fabulosos de la red. / gonzalo