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Una escena de amor. (Los atardeceres de Julia)

Tras unos horas recorriéndo sus cuerpos, descubriéndose el uno al otro, Julia volvió en sí y miró a Javier tumbado a su lado, con los ojos todavía cerrados y una sonrisa satisfecha en su rostro, disfrutando de las mieles del amor correspondido. Parecía un niño durmiendo plácidamente.Sonrió. Se quedó pensativa, mirando al techo, a la vez que se preguntaba cómo ese hombre podía excitarla de un modo tan irracional.

Permaneció largo rato comtemplándole tendido en la alfombra, delante del fuego de la chimenea, notando todavía su respiración agitada tras la pasión desbordada.                                                            images-460

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No pudo evitar acariciar ese cuerpo que tanto placer le había hecho   alcanzar, sintiendo que su sexo volvía a palpitar, a contraerse, a ponerse tenso y a prepararse para emprender otra batalla en la que ella deseaba tomar la  iniciativa.

En ese momento Javier abrió los ojos, y la vio mirándole fijamente sin poder evitar el deseo que se reflejaba en ellos. Se incorporó y, sin mediar palabra, la cogió entre sus brazos y la besó apasionadamente.

 

Tras saborear sus labios, la cogió de la mano y le dijo: «Ven, cariño.Siéntate sobre mis rodillas con las piernas separadas, abrazando mis muslos y de espaldas a mí. Quiero que vuelvas a sentir todo lo que te deseo.»

Después a hacerse el amor de mil maneras, una explosión de de gozo estalló en sus entrañas, mientras se retorcían gimiendo de placer.

Empezaron a vivir su recién estrenada historia de amor, sin miedos, sin ataduras, ni impedimentos de terceros. Un amor vivo, profundo, sincero, e intensamente apasionado que habían descubierto en plena madurez.

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Nota de la autora:

Las escenas de sexo explícito, no las describo en estas páginas. Sólo se podrán leer en la novela.

 

 

 

 

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