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La angustia de la escritora «sexoenlared.com»
Amparada detrás de la pantalla de mi MacBook Air, tenía la virtud de manejar a mi antojo los placeres más excitantes de los hombres que caían en mi “tela de araña”, desbordando mi imaginación de tal manera que, a veces, me parecía tan real lo que les contestaba, que tenía que pellizcarme para volver a la realidad. Sin embargo, en otras notaba una especie de vértigo al comprobar que esas fantasías parecía sentirlas realmente, e incluso desearlas. Pero me armaba de valor y les respondía con el mismo ardor que ellos ponían en sus relatos, mostrándome atrevida y abierta a cualquier insinuación que me hicieran por muy audaz que fuese. Porque reconozco que cuando me ponía a escribir, me sentía poderosa y seductora como una mujer experta en estas lides. Incluso les hablaba en su mismo lenguaje, ardiente y provocador. Aprendí a describir como era un suspiro en el momento en el que el relato así lo requiriese, suspiros que se transformaban en jadeos y gemidos, siempre y cuando la pasión que alcanzásemos fuera lo suficientemente excitante.