Un lector de sexoenlared.com

«Ayer soñé contigo.
Y me sorprende, pues no te conozco.
¿Es posible soñar sin tener una mirada o una sonrisa en la mente?
Quizás lo que imaginé es lo que quisiera ver y tocar, pero en este momento solo son fantasías que no sé si tendrán plasmación en la realidad.
¡Pero yo quiero soñar!
Aún mantengo las ganas de vivir, de sentir latir mi corazón de nuevo, conocer otras experiencias en el amor… Y no me preguntes por qué, pero así lo siento.
Quizás esa dulce sensación, casi olvidada, que recorre mi mente al evocarte, sea producto del vértigo a lo desconocido, a lo anhelado, o a la falta de alicientes que, con el paso del tiempo, sufrimos las personas, y que, de pronto, se ve superado por un sueño arrebatador y excitante. Y en ese sueño, en el centro, estás tú, mujer sin rostro, sin cuerpo… y sin embargo, absorbente.
Envalentonada por el anonimato, y sabiendo que jamás nos conoceríamos personalmente, a veces llegaba a pensar que era incluso un poco descarada en mis insinuaciones. Pero sonreía, diciéndome que esa era la manera de conseguir que sus relatos fueran en la línea que me había propuesto. Así, nuestra correspondencia comenzó a dar sus frutos, con lo cual mi estado de ánimo cambió, reflejándose en cuanto a la calidad de mis respuestas, llegando a crearse entre ellos y yo un vínculo erótico y emocional que me tenía más que satisfecha.
Arrodillado y postrado a sus pies, le doy las gracias por otorgarme esta oportunidad de poder explicarle en qué consisten estas “perversiones” como Usted las ha denominado, pero que para muchos, y muchas, son el motor de nuestra libido. Espero ser digno de Usted, y que dentro de un tiempo desee conocerme y probar en persona lo que voy a contarle.
Este mundo de Dominación y Sumisión abarca un amplio abanico que cada uno lo disfruta a su manera. Desde un suave juego sexual, hasta altos grados de sadismo, estando este último caso, según mi opinión, en el límite o dentro de la enfermedad mental. Yo no soy sádico ni masoquista, aunque no niego que unos azotes, o cierto grado de sufrimiento, puede ser muy excitante como parte del juego.
Me ofrezco como su Esclavo, entregado y sometido a sus caprichos y deseos, un objeto para su placer, un perro siempre a sus pies dispuesto a satisfacerla como desee. Sería suyo y Usted mi Ama, mi Dueña y mi Diosa, a la que adoraría y serviría.
Como ve, la forma de expresarse y el tratamiento, son importantes dentro de mi fantasía. Así yo me dirijo a Usted en esos términos. Y Usted, hacia mí, de la forma que desee: esclavo, siervo, perro… Incluso humillándome verbalmente si es su deseo. Y también físicamente, pues debe tener claro que suyo soy y que le entrego mi voluntad y mi cuerpo, para que disfrute de mi como desee, solo pensando en su propio placer. Y no tenga ninguna duda de que mi placer vendrá a través del suyo, al sentir como Usted disfruta de mí siendo su esclavo.
Así mi lugar estaría siempre inclinado ante Usted, incluso podría ponerme un collar y una correa de perro si es su deseo. Estaría encantado de lamer y besar sus pies, y todo su cuerpo, intentando darle placer con mi boca y lengua allí donde mi Ama desee. Podría sentarse sobre mí usándome de silla, o podría llevarla sentada sobre mi espalda como si fuera su pony, mientras yo arquearía mi espalda arriba y abajo, y me balancearía hacia delante y hacia atrás para que sienta como su sexo se roza en mi espalda, al igual que sentiría mi esfuerzo por satisfacerla.
Puede azotarme mientras está sentada sobre su esclavo. También me encantaría sentirla sentada en mi cara, mientras lamo y chupo su ano, o su sexo, o ambos, uno tras otro.
De igual manera, si desea que la penetre será un placer. Puedo hacerlo de la forma que sea, bien estando Usted sentada sobre mi sexo, o tumbada, mientras yo, su esclavo, la penetro siguiendo sus instrucciones, a un ritmo más o menos fuerte, más o menos rápido. Puede atarme y vendarme los ojos para hacer conmigo lo que desee, y azotarme sin excederse y sin dejar marcas y, en definitiva, disfrutar de su esclavo según su voluntad, pues para eso estoy, para servirla y satisfacerla, y espero que pronto sienta que le pertenezco, que soy suyo, que su placer es mi fin, pudiendo castigarme cuando crea que lo merezco, o simplemente para divertirse.
Por supuesto, todo estaría dentro de los límites del sentido común y pactado anteriormente.
Y aquí me despido, esperando sus comentarios y opiniones sobre lo que acaba de leer y deseando que detrás de este, vengan muchos más emails, y en un futuro quiera quedar en persona y disfrutar de mí.
Aún a costa de ser demasiado atrevido y, sin su permiso, beso sus divinos pies como despedida. Y le ruego, y suplico, tenga a bien aceptarme a su servicio como su esclavo…
Volví a la cama y respiré tu aroma en la almohada, mientras me acomodaba en la zona aún caliente donde habías permanecido durante las últimas horas.
Debía hacer poco rato que te habías ido…
¡Lástima!
Hubiera sido un bello despertar, y quizás un desayuno para recordar.
Pero los dioses son así, nos enseñan el cielo y, al abrir los ojos, nos damos cuenta que hemos de correr para afeitarnos y no llegar tarde al trabajo… ¡Cruel!
Los días pasan lentamente…
Busco su cara a diario, su olor entre la multitud.
Ella olvidó un detalle, nunca me dio su teléfono.
Pero sigo enloqueciendo cada vez que aparece en mi mente lo vivido a su lado, tan turbador como excitante…
Quizás ella también me recuerde.
«Sostengo tu mirada y no puedo evitar volver a devorar tus labios, mientras noto que mi sexo se aproxima al tuyo. Y tú dejas que el tuyo se junte con el mío.
Nuestro abrazo nos une más si cabe, y en un movimiento simultaneo estamos el uno dentro del otro, mientras tu cuerpo se arquea a cada centímetro que avanzo. Lo hago hasta el fondo y me quedo ahí quieto, disfrutando de tu calor.
No podría explicarte con palabras la sensación que me haces experimentar en ese momento de gozo sin igual.
Al rato, tras haberte comido a besos, comienzo a moverme dentro de ti suavemente. Tus caderas me acompañan en un movimiento conjunto que convierte cada acometida en una delicia. La fogosidad que sentimos va aumentando, los momentos de excitación se suceden y, juntos, empezamos a agitarnos sin reservas para, poco a poco, volver ralentizar el ritmo, sintiendo cada penetración, cada gemido y cada movimiento del cuerpo gobernado por el placer.»
«Veo como tu cuerpo se envuelve en el mío, como tus manos me exploran y no puedo dejar de besar tu pecho.
Llego hasta tus pezones y me detengo en ellos, sin dejar de admirarlos.
Cautivo de tus encantos, regreso a tu boca y te beso con una furia y un deseo solo comparable al que tu me devuelves.
Mi cuerpo se apropia del tuyo y te abraza con calor, con fuerza, con ternura, con deseo…
Un desenfreno se apodera de nuestra voluntad.
Ya no pensamos. Solo nos dejamos llevar…»
«…me dejo llevar por el sensual tacto de tu piel, por la tibieza del agua…
Recorro tu cuerpo, lo acaricio, lo beso, abandono tus labios para recorrer tu cuello…
Pero sin poder remediarlo, vuelvo al imán de tu boca, a perderme en tu lengua, mientras todo mi cuerpo se estremece de locura.
Podría penetrarte ahí mismo, o acariciarte durante horas…
Podría hacer lo que fuera porque ya no decido. Son los cuerpos los que se abrazan con fuerza, con desenfreno, los que por su cuenta se enredan bajo la espuma.»