El Periódico.com (Dominical)

 

Megan Maxwell: «Mi novela es mucho más fuerte que ‘Cincuenta

sombras de Grey»

La escritora madrileña cierra con ‘Pídeme lo que quieras o déjame’ una trilogía erótica que ha vendido más de 65.000 libros en ocho meses solo en España.

 

Megan Maxwell no se llama en realidad Megan Maxwell, sino algo más corriente que quiere que quede en secreto. Es una de las pocas cosas que oculta a sus incondicionales lectoras, porque en lo demás es exactamente como se presenta ante ellas: cordial, espontánea, sin dobleces ni aristas. Como sus novelas. Han aparecido la friolera de 14 en los cuatro años que lleva publicando, desde que en 2009 lograra hacer realidad el sueño de ver su nombre (el de guerra) en la portada de un libro.

 

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zoomPortada de 'Pídeme lo que quieras o déjame', la novela que cierra la trilogía erótica de Maxwell.

Portada de ‘Pídeme lo que quieras o déjame’, la novela que cierra la trilogía erótica de Maxwell.

zoomMedalla de las Guerreras Maxwell, como se denominan las fans de la escritora.

«Llevaba una docena de años escribiendo y mandando mis novelas a las editoriales, pero siempre me rechazaban. Un día, cotilleando en internet, vi un curso sobre novela romántica, y decidí apuntarme para descubrir qué hacía mal. El ejercicio final era escribir los primeros capítulos de una novela, pero como yo ya tenía práctica, hice una entera. Al principio del curso, el profesor nos preguntó qué tipo de novela romántica íbamos a escribir. En ese momento estaba muy en boga el‘chick lit’, ‘Sexo en Nueva York’ y esas historias, y yo le dije que iba a tirar por ahí. ‘Con eso nunca vas a publicar en España, porque aquí las reinas son las americanas y las inglesas’, me dijo. A mí me dio igual, porque, total, llevaba tanto tiempo recibiendo ‘noes’ que ya lo tenía asumido. Pero cuando acabó el curso, el propio profesor me llamó. Resultó que trabajaba en una editorial pequeñita, La máquina china, y quería publicar mi novela. ‘Qué fuerte, si tú mismo me dijiste que nadie la querría’, me sorprendí. ‘Es que esto tiene mucho potencial’, me contestó. Y hasta hoy».

Megan Maxwell habla como escribe: con un discurso torrencial, sincero y salpicado de expresiones y referencias cañís que la ayudan a conectar con su audiencia. Sus chicas, sus Guerreras Maxwell, como se hacen llamar, la adoran. «Son el 50% de mi éxito. Un 50% es mi trabajo, pero el otro es lo que ellas se mueven por mí”, agradece. La fidelidad de estas mujeres le ha hecho vender 65.000 ejemplares de los dos volúmenes que se han publicado desde noviembre de ‘Pídeme lo que quieras’, una serie erótica con la que Maxwell incorpora este género a los que cultivaba hasta el momento: la novela romántica, la histórica y el ‘chick lit’.

‘Campaña coñazo’

Pero no solo eso: si lo que estaba concebido como una historia cerrada en dos libros se ha convertido en trilogía es por su insistencia. Por el coñazo que dieron. Literal. Así bautizaron la campaña que empezaron para lograrlo: ‘campaña coñazo’. Resultado: el martes aparece ese tercer volumen,‘Pídeme lo que quieras o déjame’. Su contribución al calentamiento global del planeta.

«Mi libro es mucho más fuerte que ‘Cincuenta sombras de Grey’ -responde ante la inevitable pregunta sobre la exitosa saga de E.L. James que ha propiciado una avalancha de títulos en la misma línea-. Aunque no tienen nada que ver. Lo único que pueden tener en común es que tanto Grey como Eric [su protagonista masculino] son hombres poderosos, pero luego en el tema del sexo Grey tira por el sado y la dominación, y aquí Judith [la femenina] deja claro todo el rato que sado, no. Eric va más por los tríos y el sexo en grupo. Es que yo eso de que te tengan que pegar para sentir placer… como que no. Me identifico mucho con Judith en eso».

En eso y en unas cuantas cosas más. Como la música que les gusta, una presencia constante en las páginas del libro. MalúLa Quinta Estación Andy y Lucas son algunas de las referencias que aparecen, y reflejan a la perfección el espíritu de su prosa. «Cuando escribo, lo llevo a mi terreno, a lo que sé que le gusta a la gente: leer cosas normales sin palabras rebuscadas», explica Maxwell. También comparte con su protagonista femenina el ánimo guerrero. «En cualquiera de mis novelas, las chicas son de armas tomar, porque yo me niego a poner una tía que sea sosa. Hoy en día no somos así: tenemos personalidad y sabemos lo que queremos. Aunque sean medievales, les pongo carácter: me gusta que sepan luchar con la espada, que sepan rastrear… No me gusta que parezca que las mujeres somos tontas o desvalidas», explica con vehemencia.

«Nos gusta que nos dominen»

La filosofía entronca con el nombre de sus seguidoras, las Guerreras Maxwell, las más acérrimas de las cuales lucen al cuello una medalla identificativa como la que lleva la propia autora (hay‘merchandising’ del club: además de las medallas, camisetas y tangas). Que entronque también con el contenido de sus libros ya es algo más discutible. La conducta de Eric es calificada muy a menudo (demasiado a menudo) de «posesiva» (con todos sus derivados), para satisfacción de Judith. «Es que, en el fondo, a las mujeres, en el terreno sexual, nos gusta que un hombre nos domine. Muchas mujeres me han contado que esas actitudes, en la cama, les excitan muchísimo. Fuera de las cuatro paredes del dormitorio no tolerarían que su pareja les impusiera nada, pero a lo mejor en ese momento, en ese contexto, no les importa», argumenta.

De todos modos, tiene muy claro que no puede gustar a todo el mundo, y destaca que el 90% de quienes le hacen llegar su opinión la felicitan. «No se puede ni imaginar la cantidad de parejas que practican este tipo de sexo que se han puesto en contacto conmigo para darme las gracias por haber escrito una historia de amor bonita sobre algo que mucha gente piensa que es sucio», asegura. ¿Han oído aquello de que las mujeres se tragan las películas porno enteras para ver si al final se casan? Pues eso. «He conjugado la erótica con la romántica. No he sabido hacer una erótica al uso. De hecho, he leído algunas y me aburren. Solo pum-pum-pum-pum-pum. Yo he unido el amor con un tipo de fantasías que todo el mundo tiene y nadie comenta».

Abajo tabúes y pudores. «Todavía hay muchísimos. Hace poco, una mamá del cole de mis hijos me dijo: ‘¿A ti no te da vergüenza escribir esto y que luego lo leamos otras mamás’. ‘¿A ti te da vergüenza leerlo?’, le contesté. ‘No’. ‘Pues imagínate a mí escribirlo’. A mi marido le digo que tiene que ir con la cabeza muy alta por el pueblo, porque todo el mundo pensará que lo tengo muy bien servido», se ríe. Megan Maxwell, que nació de casualidad en Núremberg (su padre era un militar americano), vive enSevilla la Nueva, un pueblo madrileño donde, hasta hace bien poco, para todos era «la mamá de Jorge y Sandra». Y del pastor alemán Drako y los gatitos Romeo y Julieta, a la que recogió hace unos días. «Mucha gente no sabe que soy la escritora», sonríe.

La pregunta del millón

Así se ahorra que en el súper le hagan «la pregunta del millón»: ¿de dónde ha sacado las fantasías que narra (de forma explícita pero, eso sí, sin una palabra soez)? «De mi imaginación y de Internet. Y de las charlas entre risas con los amigos: que si yo con dos mujeres, yo con una pareja… La gente se debe de pensar que estoy todo el día dale que te pego y en clubs de intercambio. Y no. Fíjese, si me daba pudor escribir sobre esto era por mi madre, y resulta que a ella es la novela que más le ha gustado de todas las mías».

Y su criterio le importa no solo porque sea su madre, sino también porque es una ávida lectora de novela romántica. A ella le debe la vocación. «La recuerdo siempre con un libro en las manos. Tenía una colección de romántica entera. Un día, a los 13 años o así, cogí una de esas novelas y me pareció preciosa. Aunque ella siempre cuenta que le dije: ‘Si alguna vez escribo una, no será como estas, en que las mujeres se desmayan porque las mire un hombre’. Y una tarde de aburrimiento lo hice, empecé a escribir. Le enseñaba las novelas a mi madre, a mis amigas… Ellas me animaron a publicarlas. Yo lo veía imposible, porque creía que había que tener carrera y padrinos. Y yo ni lo uno ni lo otro… Pero nunca dejé de escribir».

Combinándolo con su empleo de secretaria al principio, con una dedicación mayor cuando tuvo que dejar de trabajar por una enfermedad que contrajo su hijo. «Ahora está perfecto», aclara. En la actualidad, la escritura es su medio de vida, y le ocupa más tiempo que aquel trabajo de oficina. «Nueve o diez horas diarias», afirma. Que le cunden: tres meses tardó en escribir la primera parte de‘Pídeme lo que quieras’, y uno cada una de las continuaciones. «Es lo que suelo tardar, depende de lo que me tenga que documentar». Ahora trabaja en el ‘spin off’ de uno de los personajes de la trilogía. «Estoy escribiendo el libro de Björn. La editorial me ha pedido más libros en esta línea, y creo que ir desarrollando la historia de los secundarios es una buena forma de hacerlo». ¡Vaya, tendrá su propia Comédie Humaine! Megan se ríe. ¿Y Balzac?

Éxito por encargo

Desde su primer libro, ‘Te lo dije’ (2009), las ventas de las novelas de Maxwell han ido en aumento, lo que llevó a Planeta a encargarle un libro erótico. «Primero no lo vi claro, pero, como soy Doña Retos, al final acepté. Aun así, les dije que si no les gustaba, no había problema: yo le quitaba las escenas fuertes y la convertía en una de las mías», explica. No hizo falta: ha vendido 65.000 ejemplares solo en España (también triunfa en Argentina, Colombia, México, Perú, Uruguay y Chile, y se han vendido los derechos a Italia, Brasil y Turquía). Maxwell se declara «muy orgullosa de ser una escritora de romántica», pero en el cajón guarda dos novelas muy distintas: un ‘thriller’ y una novela social sobre el sida. «Estoy segura de que gustarían», dice.